Nube 7

Cómo nos influyen los problemas familiares,… y los divorcios qué? (lo que ocurre fuera de las aulas y pesa como una losa)

No Te Rindas Rolo feat Miriam Román

Durante el viaje Elsa siguió largo rato sin decir nada, oyendo música en su móvil con los cascos puestos, y mirando el paisaje ensimismada. De vez en cuando, miraba como si esperara algún mensaje.

— Podrías mandarle un mensaje a tu madre— le sugerí.

 ¿Y a mi padre no?

Me quedé sin decir nada, sorprendido por su respuesta y por el tono un poco desafiante que había empleado.

— Si quieres también. Lo que ocurre es que no ha dado señales de vida y no sé si podrás comunicar con él.

— Mejor que ni se entere de lo que ha pasado— Elsa parecía hacer una reflexión consigo misma, pero en realidad quería informarme.

— ¿No sabía que venías a la excursión?

— No, desde que me fui a vivir con mi madre, apenas sabe nada de mí. Con ella no se habla y conmigo muy poco.

Caí en la cuenta de que tampoco habíamos informado al padre sobre la excursión desde el instituto. El permiso se lo había firmado la madre. En el caso de las notas, cuando se trataba de parejas separadas, se enviaba información a los dos cónyuges, pero los permisos para actividades puntuales solo se pedían al que tenía la custodia del alumno. Pensé que, tal vez, tendríamos que haberle informado a él también y que él también tendría que habernos dado permiso. Si se ponía puntilloso y en mal plan podía darnos problemas. P. 36

Los alumnos, después de haber estado en sus casas tres días de fiesta, volvían cambiados, a peor. Muchas veces comentábamos en las reuniones pedagógicas la importancia que tenía el papel de los padres y de las madres en la educación de sus hijos. Y cuánto había cambiado esa influencia. Que las familias ya no eran lo que habían sido. El núcleo familiar tradicional había desaparecido para siempre. Ahora hablábamos de familias desestructuradas, monoparentales, divorciadas, separadas por la ley o por océanos. No eran pocos los alumnos que tenían su madre aquí y su padre en un punto perdido del mundo. Llamábamos preguntando por los progenitores de algún alumno problemático y nos costaba contactar con ellos. Estaban en el afán de sobrevivir, trabajando, buscándose la vida, y no podían hacerse cargo de sus hijos. Como resultado de esta situación había una nueva taxonomía de alumnos en cuyo tratamiento no hablaban los tratados de pedagogía: el alumno—ordenador que se quedaba de madrugada chateando sin que nadie le pusiera límites, el alumno—llave que abría y cerraba su casa porque prácticamente vivía solo, el alumno— retrasado, que siempre llegaba tarde porque no había nadie para marcarle el tiempo, el alumno—cocinero que se hacia siempre la comida, es un decir, pues (si tenía dinero) encargaba pizzas, o comida china, o un kebab…todo un mundo nuevo al que los expertos llamaban interculturalidad. P. 183

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Por suerte la Presidenta de la AMPA era una mujer muy ocupada. Se trataba de una empresaria (tenía varias tiendas de ropa interior), que había aceptado el cargo para hacer un favor a la asociación y al instituto. Ningún padre, sobre todo de inmigrantes, quería o podía dedicarse a un puesto que requería una cierta disponibilidad. Al mismo tiempo Julia Extremera pensaba que ocupar ese cargo tenía una ventaja y era que el prestigio del puesto podía favorecer las calificaciones de su hijo, que andaba justo de nota media para hacer medicina, su aspiración y sobre todo la de su madre. Ella había apoyado el viaje a Futuroscope y había colaborado con dinero de la Asociación, por lo que se sentía responsable de lo que había pasado.

Julia había conocido lo sucedido en el viaje por la versión de su hijo, que era bastante aproximada a lo que había ocurrido. Si estaba alarmada era porque algunos padres y madres le habían llamado contándole cosas de lo más peregrinas. Que habían hecho botellón en los hoteles todas las noches, que habían compartido habitaciones chicos y chicas, que se habían requisado montones de condones (se habrían debido confundir con las botellas, pensé), que a uno le habían detenido en Burdeos, que una chica había vuelto embarazada… Le dije que algunos hechos estaban muy exagerados y otros simplemente no eran ciertos…por lo que yo sabía. Le conté que con tantas versiones las pequeñas anécdotas que ocurren en los viajes se suelen ir distorsionando y agrandando, como bolas de nieve hasta convertirse en historias increíbles. P. 74

Reflexión de las jóvenes

Nuestras familias nos echan en cara estar aquí, que han venido a este país por nosotras, por nuestro futuro, pero a nosotras nadie nos pregunto si queríamos venir. Sabemos que tienen parte de razón pero lo que más nos fastidia es que nos lo echen en cara cuando discuten con nosotras.

«Yo a mi madre le cuento todo, todo lo que tiene que saber, pero hay gente que va a su bola, no cuentan nada, sus padres no preguntan y pasan de todo»

Nos gustaría que nos preguntarán más cosas, pero nos sentimos controladas. Creemos que tienen que estar pendientes de nosotras por temas escolares, por cómo estas o cómo te sientes, por con quienes te relacionas, tus amistades, tus preocupaciones,…

Cuándo todo está bien, no pasa nada, pero cuando tienes un pequeño problema sino lo cuentas se va haciendo más grande y la situación explota, es cuando se enteran de malas maneras y la solución es mucho más difícil.

Otro de los problemas familiares que más nos afecta son las separaciones, a veces es mejor la separación ya que hay familias que aguantan por nosotras y nos hacen mucho daño, vemos discusiones, chantajes, cómo nos utilizan,…

Después de las separaciones o los divorcios empiezan otros problemas, se echa en falta al que abandona el hogar, se sienten sin responsabilidades,… ves al resto de compañeros/as de clase y te sientes mal. También aparecen otras figuras, nuevas parejas que te hacen sentir rara, mal, extraña en tu propia casa, tienes que convivir con un «padre» o una «madre» que no lo es, prefieres estar fuera de casa para evitar problemas, situaciones desagradables,…

Somos conscientes de que la situación de crisis afecta también a nuestras familias, valoramos lo que hacen nuestros padres por nosotras. A nosotras nos da rabia no tener ciertas cosas, pero no se las pedimos para que nos se sientan mal al no poderlas comprar. Nos callamos porque sabemos que si lo decimos nos van a echar en cara los sacrificios que hacen por nosotras, estamos hartas de escuchar frases como:

«Aunque te hubiera comprado toda la tienda no estarías contenta», no valoras nada de lo que hago, sólo piensas en ti»,…

Reflexión del autor, Manuel Septien

El grupo de participantes en 12Nubes ha planteado una propuesta original al proponer como tema de esta nube la necesidad de reflexionar sobre la influencia de las situaciones familiares en el rendimiento escolar y las propias vivencias de las alumnas y los alumnos.

Si consideramos al alumnado y al profesorado los dos pilares básicos del proceso de enseñanza aprendizaje, no podemos olvidar que las familias constituyen el otro vértice fundamental en los procesos educativos.

En todos los centros escolares la presencia de los padres y madres de los alumnos y las alumnas se hace efectiva mediante asociaciones y la participación en la gestión de los Centros se desarrolla mediante la presencia en los distintos órganos en los que tienen representación y, de un modo individualizado, a través de las sesiones y las entrevistas de tutoría.

Sin embargo, la comunicación con las familias a veces falla por el desinterés o la imposibilidad de éstas en tener relaciones fluidas con el profesorado encargado de la enseñanza de sus hijas e hijos. Por otra parte, es un hecho evidente que la comunicación suele aumentar en la medida en que surgen problemas de notas o de conducta. A pesar de todo, se producen deficiencias en la comunicación que puede tener efectos negativos y alejar la solución de los posibles problemas. E incluso, aunque esta relación se produzca, a veces en los casos más graves, se nos oculta el tipo de relaciones, sobre todo las más problemáticas, que se dan en el interior de algunos núcleos familiares.

En ocasiones el descubrimiento de una situación conflictiva se descubre por un cambio brusco en la conducta o en el rendimiento del alumno o de la alumna que de alguna manera están reclamando atención, tal vez sin darse cuenta de ello. Ya hemos dicho en otras nubes cómo los orientadores, los psicólogos/as (si los hay) y a veces los tutores y las tutoras somos informados/as por el/la propio/a alumno/a sobre lo que está ocurriendo en su entorno familiar. En otros casos es una intuición la que nos lleva a encontrarnos con situaciones familiares conflictivas ante las cuales nuestra capacidad de acción es muy reducida.

Por otra parte, se está produciendo cada vez con más frecuencia, tal como se cuenta en la novela “Nubes de tiza”, la existencia de situaciones familiares más complejas: … las familias ya no eran lo que habían sido. El núcleo familiar tradicional había desaparecido para siempre. Ahora hablábamos de familias desestructuradas, monoparentales, divorciadas, separadas por la ley o por océanos con lo cual la interlocución con las familias se hace más complicada. Llamábamos preguntando por el padre o la madre de algún alumno problemático y nos costaba contactar. Estaban en el afán de sobrevivir, trabajando, buscándose la vida, y no podían hacerse cargo de sus hijos.

En los centros se ha comprobado que hay una necesidad de actualizar los protocolos de actuación con las nuevas situaciones familiares, de cara a los padres y madres, sobre todo en el caso de parejas separadas o divorciadas. Sin embargo, de cara a los/as hijos/as se hace muy difícil saber de qué manera se puede ayudar por parte del profesorado ante la difícil situación que como hijas/os les puede tocar soportar a nuestro alumnado en el seno del núcleo familiar. No hay ningún protocolo que valga cuando un niño o una adolescente se encuentra en el centro ( a veces convertido/a en una especie de moneda de cambio afectiva) de un grave conflicto familiar, ni tampoco los manuales de actuación educativa tienen orientaciones que nos ayuden a ayudar al desvalido/a niño/a o adolescente que se encuentra en una comprometida situación.

Los centros de enseñanza por su propia naturaleza son uno de los principales referentes del alumnado y cuando las situaciones son más complicadas se hace todavía más evidente esta demanda para intentar resolver sus problemas, aunque su raíz esté en el seno de las familias.

Con la crisis económica esta necesidad se ha hecho más evidente pues, como decimos, si la familia falla, el centro educativo puede que sea él único lugar donde el alumno o la alumna, envueltos en una situación familiar comprometida, intenten buscar una salida a su situación o, al menos, encontrar una cierta estabilidad afectiva entre sus profesores/as y compañeras/os. Pero esto no siempre es fácil.

La labor del profesorado en estos casos es muy compleja y se hace complicado establecer una línea de actuación definida. En los últimos tiempos, de acuerdo con lo expuesto hasta ahora, se ha visto por parte de la comunidad educativa la necesidad de tener más contactos con los Servicios Sociales o, incluso, contar con Trabajadores/as sociales de apoyo, pero es una demanda más entre otras muchas.

Los/as educadores/as dependientes de los Servicios Sociales y las/os trabajadoras/es sociales de las instituciones, en la medida en que son demandados, contribuyen a cubrir estas necesidades externas, pero a nivel de Centros, todo queda en el saber hacer y la buena voluntad del personal de los centros educativos.

Reflexión de las expertas, Servicio Social de Base El Pilar

La adolescencia es una etapa del ciclo vital que tiene su importancia en si misma y también como transición a la juventud y la vida adulta, y considerando que con frecuencia se trata de una etapa de crecimiento en la que la comunicación entre padres/madres e hijos/as se hace más difícil.
Incluso en aquellas familias en la que existía una buena comunicación en la infancia, también necesitan aprender herramientas y estrategias que superen las barreras comunicativas de las que son responsables ambos, padres/madres y adolescentes.
Es fundamental que madres y padres, sean conscientes de los obstáculos que dificultan la comunicación y que los superen, ¿por qué?, porque los diálogos frecuentes y la comunicación en positivo son elementos fundamentales de satisfacción familiar y para el bienestar del/de la adolescente.
La educación de los hijos e hijas es de las cosas que más valoramos y de las que damos más importancia porque es primordial y clave para el desarrollo positivo adolescente.
Hay maneras de educar, hay formas mejores que otras y, desde luego, no da lo mismo hacerlo de una manera que de otra. Hay quien le sale bien, y hay quien necesita aprenderlo o mejorarlo. Para eso, nada mejor que recurrir a las diferentes actividades, charlas, talleres… que nos ofrecen desde los centros escolares, desde los centros cívicos.., tanto padres y madres como para los hijos e hijas.

A veces, aunque todos y todas tratemos de hacer las cosas bien, la comunicación en casa falla y surgen los conflictos familiares. No siempre el conflicto familiar en la época de la adolescencia tiene que ver con el desarrollo del/de la adolescente o su comportamiento, a veces, los problemas familiares tienen que ver con problemas de pareja, divorcios conflictivos, problemas de salud, vivienda, económicos… que son fuertes estresores de la convivencia… En algunas ocasiones estos problemas se agravan y se dan situaciones de violencia intrafamiliar en la que los hijos e hijas son víctimas directas siempre, bien porque sufren esta violencia o bien porque están “expuestos”, son testigos de la violencia.
En todo caso, cuando se dan estas situaciones solemos identificar los “problemas” como aquellos factores de riesgo que potencian estas situaciones y una buena parte de la intervención de los/las profesionales se dirigirá hacia la modificación de estos factores de riesgo. No obstante, no debemos olvidarnos del concepto de factor protector, es decir, todas aquellas cualidades positivas que tiene la familia, sus miembros, el entorno…y que los/las profesionales tratamos de potenciarlas para empoderar a la familia en su recuperación. Y, en este sentido, el concepto de resiliencia, se correspondería con los factores de protección de carácter personal que hace que niños y niñas que han vivido o viven situaciones de desprotección puedan superarlas con el menor daño personal posible.

En cualquiera de estos casos, los conflictos familiares requieren de ayuda externa para superarlos, para evitar su agravamiento y para reparar el daño que provocan…, en definitiva para capacitar a la familia y mejorar sus relaciones.
Corresponde a los Servicios Sociales ofrecer esta labor de ayuda a las familias -a padres/madres y/o a los hijos e hijas- información, asesoramiento, apoyos educativos o terapéuticos… en coordinación, si fuera necesario, con los centros escolar, centros de salud, salud mental…