Nube 8

Amistades adolescentes. (“haciendo amigos” y enemigos)

Material de apoyo Yo cambie Vidas perdidas

Yo Cambié Imane | Embarka | Meryem | Galia | Emociones

Vidas Perdidas Rolo feat Miriam Román

Referencia

P1000633

— Tenéis que hacer algo con los que han pegado a nuestros hijos. Oyes. Por poco los matan y ya es la segunda vez. Pensaba que este instituto era diferente pero resulta que hay igual de rasismo que en todos—. Aquella afirmación me hirió como si en vez de palabras hubiera dirigido contra mí un objeto contundente—. Aquí es donde peor lo han tratado: primero le acusan de ladrón y lo último, oyes, sin hacer nada unos compañeros del instituto les dan una paliza y los dejan medio muertos. Los de aquí hacen lo que quieren y nadie les dice nada. Roban, rompen cosas del instituto, acusan a otros, a los de fuera que no han hecho nada y que no pueden defenderse…y vosotros no hacéis nada.

Realmente me sentía tan dolido que no me creía capaz de argumentar nada. No daba crédito a lo que estaba oyendo.

—A mi Andrey le rompieron un brazo y por poco pierde un ojo— intervino la señora Kountchakov, en un momento que tuvo que tomar un respiro la madre de Sergio. Su intervención, aunque no era conciliadora, rebajó la tensión. Comprobé que su castellano había mejorado, pero tenía una forma de pronunciar, arrastrando las consonantes, muy parecida a la de Andrey —. Por lo que ha dicho han sido algunos compañeros del instituto, tendrán que hacer algo…si no tendremos que ir a la policía— su hablar era pausado y parecía muy convencida de lo que decía.

—Sentémonos y hablemos con tranquilidad— les dije, ofreciéndoles dos sillas frente a la mesa del despacho. A ver, hablemos con calma que estoy aquí para ayudarles. p 186

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En los pasillos del instituto, entre los alumnos y entre los profesores, se daban muchos casos para los que cualquier contacto con otros individuos era una dolorosa necesidad. Individuos que no podían soportar de ningún modo la soledad y con tal de evitarla estaban dispuestos a pasar el tiempo con gente a la que despreciaban. Personas así existen en todos los lugares, siempre han existido y existirán. Todos tenemos miedo a la soledad, todos menos los locos que conviven con sus propios fantasmas. P. 120

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Le había enviado un mensaje en el que le contaba que ya no andaba con Andrey. Todo el mundo del instituto, y en especial Dani, convenientemente informado por Atapuerca, se habían enterado de que Andrey y Elsa habían roto. Aunque en ningún momento ninguno de los dos había contado que salieran juntos, todos en la clase y en el instituto, lo daban por hecho. Por eso la noticia de su ruptura había supuesto una conmoción en la clase. Lo habían dejado sin pregonarlo a los cuatro vientos, pero todo el mundo se había dado cuenta. Un día Elsa, sin más ni más, se había cambiado de sitio y había dejado de hablarse con Andrey.

Tan pronto como se había sabido que Elsa había dejado de salir con Andrey, se habían reiniciado las relaciones entre Elsa y Dani. Primero había sido el intercambio de unos mensajes, luego una serie de llamadas que se fueron alargando hasta que, en una de ellas, Dani le había ofrecido volver a salir.

La fórmula empleada era que podía volver a salir con “ellos”. Elsa no sabía muy bien si el pronombre en plural respondía a una fórmula sin compromiso o a un ofrecimiento real a salir con él y con su cuadrilla de amigos, especialmente con Carmelo. P. 225

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Sergey Vladiviskaya había llegado de Ucrania dos años antes que Andrey y cuando éste llegó al instituto se unió a él como si fuera su sombra. Alfredo, el profesor encargado de interculturalidad, le había propuesto que hiciera de alumno-guía para acompañar a Andrey en las primeras semanas y le ayudara en su aclimatación a la vida del centro.

Se acabaron haciendo amigos inseparables. A ello había contribuido, además de la proximidad de las lenguas y de las culturas, el hecho de que sus madres también hubieran acabado siendo también grandes amigas. Habían unido, además, a su alrededor algunas amistades aisladas procedentes del mundo eslavo, cohesionando un grupo cuya referencia principal era el instituto.

Pero los dos amigos eran muy diferentes entre sí. Mientras Andrey era reflexivo y analítico y apenas se relacionaba con nadie, Sergey era impulsivo y primario y constantemente estaba metido en líos. Su conducta y bajo nivel escolar había propiciado que estuviera en el Aula Especial donde se incluían unos pocos alumnos, los más conflictivos.p. 94

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Andrey, por otra parte, temía que Elsa se volviera a encontrar a gusto con sus antiguos amigos y rompiera de verdad con él. No se sentía muy seguro pues iba a llegar el verano y temía que las relaciones que mantenía con su amiga, fundadas en las actividades del instituto, fueran a cambiar para peor. Sabía que, cuando acabaran las clases, no podría ofrecerle la variedad de alternativas que podían ofrecerle Dani y sus amigos. Dani, además de tener moto y una cuadrilla de chicos y chicas, era socio de las piscinas y del Club de Tenis. Él no pertenecía a ese grupo. Después de todo no podía olvidar que era un inmigrante que no tenía a nadie más que a su amigo ucraniano que, encima, últimamente apenas tenía ganas de salir. P. 231, 232

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Los alumnos que llegaban a Secundaria habían pasado por lo menos diez años en las aulas y llegaban ya con muchas ideas adquiridas. Al conocimiento que les había llegado por medio de otros maestros que les habían dado clase en cursos anteriores había que añadir lo que habían aprendido (o desaprendido) en casa a través de las influencias familiares y de la tan manida televisión.

Por si fuera poca complicación, en el instituto Manuel Quintano había alumnos llegados de más de veinte países, de culturas y religiones diversas, con influencias diferentes y en muchos casos desconocidas. Cada cual tenía su visión del mundo, su currículo “oculto”, a veces imposible de desentrañar. P. 181

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Reflexión de las jóvenes

Muchas veces hay gente que no significa nada para ti y luego se convierte en una amistad y otra gente que consideras tu amigo te defrauda.
La amistad entre chicas y entre chicos no es la misma. Las chicas nos enfadamos y estamos dos o tres semanas sin hablarnos, nosotras hacemos daño desde dentro, a lo que duele de verdad, como ha sido tu amiga sabes donde hacer daño.
Los chicos igual se pegan o insultan y sueltan la rabia, el tema de la discusión queda arreglado de ese modo.
Las chicas nos lo guardamos más y cuando explota es más fuerte la discusión, igual se arregla y refuerza la amistad o se distancia y la cosa no termina aquí, continuamos haciéndonos daño, hablando mal, buscando alianzas,…
Cuando te paras a pensar, te das cuenta que no te acuerdas de del porqué, te ciega la rabia, el rencor, el orgullo,…
Hay amistades que te llevan a tener problemas por el hecho de no saber decir que no, o por no darte cuenta, al pertenecer a un grupo y no querer defraudar.
No todas las amigas son iguales, hay amigas para contar penas, otras para reírte, otras confidente,…
Cuando hay amistades entre chicos y chicas, siempre se cuestionan y se ridiculiza la amistad como si fuera algo más. Ésto fastidia y puede deteriorar la amistad. Según vas cumpliendo años te empieza a dar igual este tipo de juicios y eres capaz de mantener la amistad sin que te influya.
Hay amistades muy especiales aunque sean amistades a distancia, son muy bonitas y cuando hay un reencuentro el tiempo que ha pasado no importa en la relación. Las redes sociales facilitan este tipo de contactos. A veces la distancia facilita y fortalece las relaciones.
El concepto de amistad en la adolescencia ha cambiado, ya no hace falta tener un contacto físico, las redes sociales permiten tener otro tipo de amigos y amigas, y en otras condiciones. Los emoticonos facilitan transmitir emociones en la Red sin tener contacto, son fácilmente reconocibles e interpretables por nosotras.

Reflexión del autor, Manuel Septien

Relacionada con la Nube 1 (“Una de peleas”) la presentes nube titulada “Amistades problemáticas” y subtitulada “haciendo amigos y enemigos” pone el foco en la socialización y las relaciones entre iguales de los adolescentes. Nadie pone en duda que las amistades juegan un papel fundamental en el adecuado desarrollo psicológico y social en el periodo de la adolescencia.

Y tan importante es si se tiene o no amigos, como quiénes son los amigos y la calidad de estas amistades. Todos estos aspectos pueden ejercer una influencia tanto de carácter positivo como negativo en el principalmente en la edad adolescente en la que, por un lado, las amistades suponen un recurso fundamental para el desarrollo emocional y social pero, por otro, pueden suponer influencias indeseables en relación con su estado emocional o su conducta.

Las relaciones sociales en la adolescencia, en comparación con la niñez, son más estables, están menos supervisadas por los adultos y se caracterizan por una mayor intimidad y empatía. Son relaciones que, además, por sus particularidades, influyen en el desarrollo cognitivo y emocional del adolescente, en su adaptación al medio social en el que convive, en el aprendizaje de actitudes y valores, en la formación de la identidad y en la adquisición de habilidades sociales.

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Las relaciones con el grupo de iguales, además, inciden en otros ámbitos de la vida como la familia, la escuela y la comunidad y las relaciones de amistad influyen en el desarrollo adolescente

Como muestra el trabajo realizado por Estefanía Estévez y otros, Psicología Evolutiva (2009), “Las relaciones sociales en la escuela. El problema del rechazo escolar” estas agrupaciones pueden derivar en rivalidades tal como nos muestra la novela de “Nubes de tiza”, y acabar en enfrentamientos violentos.

Un hecho importante que se explica en el trabajo citado es la importancia del estatus social como factor aglutinador y de rechazo de manera que muchas y muchos adolescentes que han adquirido un cierto estatus lo arrastran a cursos posteriores, y éste es especialmente relevante en el caso del alumno o de la alumna rechazada. Este aspecto merece la pena ser destacado por su relevancia a múltiples niveles: tanto por el bienestar de los alumnos implicados como por su afectación en la dinámica de enseñanza- aprendizaje en el aula.

Una consecuencia importante de que se arrastre un estatus en los cursos posteriores es el hecho de que algunos adolescentes rechazados muestran al mismo tiempo comportamientos agresivos y antisociales, mientras que en otros casos pueden interiorizar su situación manifestando importantes problemas de conducta. En cualquiera de los dos casos los efectos en el rendimiento escolar son devastadores.

Para prevenir estas situaciones de rechazo entre compañeros, tal como sugieren los autores del trabajo citado, debemos atender a las principales causas que los provocan.

Entre los factores de riesgo encontramos que la manifestación de estas conductas especiales o antisociales provocan en muchos casos la repulsa directa de los iguales. La prevención de problemas de rechazo social vendría de la mano de acciones que indujeran a la prevención de las conductas violentas y antisociales en las escuela. Para esto los educadores deberían desarrollar programas y actuaciones para fomentar habilidades sociales de estos estudiantes y acciones encaminadas a desarrollar la autoestima.

Como reflexionábamos en la nube anterior, además del personal educativo las familias tienen un papel fundamental en el cumplimiento de estos objetivos. El trabajo conjunto de padres y madres y las escuelas reforzaría los beneficios de estas intervenciones. Estos programas de prevención e intervención se presentan como absolutamente necesarios, dado el alcance de las consecuencias negativas que la condición de rechazo social provoca en la persona, el rechazo social en la adolescencia puede provocar tanto problemas en el rendimiento académico y su integración en el medio escolar, como comportamientos conflictivos y problemas emocionales, la insatisfacción personal, depresión y el sentimiento de soledad.

Evitar en la medida de lo posible estos casos y prevenir el surgimiento de casos nuevos es una cuestión pendiente todavía en muchas escuelas, donde la discusión entre el objetivo profesional de la mera transmisión de conocimientos o de la formación integral del alumnado, sigue estando en debate.

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Reflexión del experto, Raúl Rodríguez

(…) mis amigos son sueños imprevistos

que buscan sus piedras filosofales

andando por sórdidos arrabales

donde acuden los dioses sin ser vistos.

mis amigos son gente cumplidora

que acude cuando sabe que yo espero

si les roza la muerte disimulan

que para ellos la amistad es lo primero.

Joan Manuel Serrat

 

Todas las personas somos lo que somos, o lo que queremos llegar a ser, porque estamos en compañía de otras personas. Cada día, amamos, odiamos, aprendemos, enseñamos, crecemos, maduramos…. y todo esto lo hacemos siempre en compañía de otras personas, unas muy importantes para nosotr@s y otras no tan importantes.

Es importante no olvidar que somos como somos porque nos relacionamos con otr@s: nuestr@s padres y madres, herman@s, profesor@s, compañer@s, ami@s y demás conocid@s o desconocid@s. El contacto con l@s demás marca nuestra forma de ser y de actuar, por ello, elegir bien con quién nos relacionamos (o qué relación queremos tener con l@s que nos rodean) es fundamental para conseguir ser lo que queremos ser.

¿Puedes imaginarte pasar más de un día sin hablar con alguno de tus amigos? Sería algo casi insoportable ¿verdad? Día a día, l@s amig@s ocupan cada vez más tiempo. La vida con l@s amig@s es más divertida y sobre todo más fácil y segura.

En la adolescencia, la relación con nuestr@s padres y madres cambia, pasa por momentos complicados y tiende a distanciarse, y esto coincide con que la relación con compañer@s, amig@s se hace más cercana e intensa. Tus amig@s están pasando por situaciones similares a las tuyas, y su compañía (y comprensión) nos hace sentir más comod@s y más segur@s.

En la adolescencia se “estrena un cuerpo nuevo”, se adquieren nuevos compromisos y se asumen nuevas responsabilidades, tanto con adultos como con amig@s e incluso con uno mismo. Es momento de experimentar en muchas cuestiones (consumos, amistades, amor, sexo, riesgos…). Por ello, enfrentarse a todo esto en soledad sería un desafío demasiado complicado.

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El grupo de amig@s te permite divertirte, aprender, sentir pero fundamentalmente te dan la oportunidad de crecer, de madurar como persona. Los amig@s, son personas con las que compartimos cosas importantes y además, personas con las que compartir ese torbellino de experiencias propias de esta edad. Tener un grupo de amigos nos permite disponer de un lugar seguro donde ensayar las diferentes facetas que queremos ir integrando en nuestra personalidad.

Sin embargo, también hay que tener en cuenta que algunos grupos complican más que otros este crecimiento, es entonces cuando las amistades pueden convertirse en un obstáculo en la maduración y en el logro de tus objetivos personales.

Por ello, en la adolescencia más que en ningún otro momento, es importante que al elegir un@s y otr@s amig@s, elijas los que escuche tus opiniones y respeten tus propios deseos y sentimientos, para no perder nunca tu independencia y tu propia identidad.

Si piensas en alguno de los grupos con los que te relacionas (de clase, de la cuadrilla, de baile o de futbol) reconocerás a cada uno de sus miembros, por separado, tiene una característica personal que unidas ayuda a conformar y a diferenciar el grupo de otros: el/la dur@, el/la impulsiv@, el/la list@, el/la sensible, el/la alternativ@, el/la impuntual…

Muchos grupos tienen la costumbre de “re-bautizar” a sus miembros: “la flaca”, “el chino” “el flipy”, “el ruedas”, “el potas”, “la genio”, “el indio” “la rubia”… ¿Tu tienes apodo en tu grupo? Lo tengas o no, tú también ocupas un lugar dentro del grupo. Sentirse a gusto con este papel es fundamental. Este papel que desempeñas dentro del grupo, seguramente, será diferente al que tienes en casa, pero sobre todo te va a permitir construir tu identidad.

De los Beatles (un grupo que yo oía en el siglo pasado y que casi podrían ser “música clásica”), se decía que John era el rebelde e impulsivo, que Paul era el sensible y creativo, que George era el sumiso y conformista y que Ringo era el marginado. Dejando a un lado lo que pudiera tener de cierto, lo que nos queda es que cuando se combinaban estas personalidades tan dispares, el producto era “buena música”.

Formar parte de un grupo nos permite explotar una faceta propia y personal ante los demás. A veces parece que para pertenecer a un grupo debes modificar algo de ti, quitando lo que te diferencia y reforzando lo que te asemeja al grupo. Cuando en un grupo te sientes en la obligación de actuar como l@s demás esperan de ti, en lugar de como te gustaría ser, dejas de ser tu mism@. Por mucho que nos aporte el pertenecer a un grupo, nunca deberíamos dejar de ser nosotr@s mism@s.

Cada un@ de nosotr@s somos un conjunto de cualidades la mayoría positivas (y algún que otro defectillo), pero no somos algo uniforme e inalterable, somos variables, cambiamos en función de nuestro estado de ánimo (o de lo que pasa a nuestro alrededor).

Y Cada grupo tiene sus propias reglas, su rollo (su “espíritu”), lo que lo identifica como grupo y lo diferencia de los demás: por dónde nos movemos, nuestro look, nuestros gustos y el papel que tienen las personas que lo componen.

A veces, no tenemos el mismo papel cuando estamos con el grupo de clase que con la cuadrilla del barrio o con l@s amig@s del pueblo, y ya no digamos cuando creamos un perfil en diferentes redes sociales. Por ello, disfrutemos de la oportunidad que nos dan los amig@s, compañer@s, etc…, de experimentar, de forma segura, las diferentes facetas de nuestra personalidad.

Necesitar amig@s con los que compartir tu vida es muy útil (y muy sano) para construirnos como personas, pero deberíamos disfrutar de la libertad suficiente para tomar nuestras propias decisiones (responsabilizarnos de sus consecuencias) y decidir como queremos ser con l@s demás y con nosotr@s mism@s.

Anímate a ser tu mism@ y a un buscar amig@s que te ayude a sacar lo mejor de ti.

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