Las relaciones con el grupo de iguales, además, inciden en otros ámbitos de la vida como la familia, la escuela y la comunidad y las relaciones de amistad influyen en el desarrollo adolescente
Como muestra el trabajo realizado por Estefanía Estévez y otros, Psicología Evolutiva (2009), “Las relaciones sociales en la escuela. El problema del rechazo escolar” estas agrupaciones pueden derivar en rivalidades tal como nos muestra la novela de “Nubes de tiza”, y acabar en enfrentamientos violentos.
Un hecho importante que se explica en el trabajo citado es la importancia del estatus social como factor aglutinador y de rechazo de manera que muchas y muchos adolescentes que han adquirido un cierto estatus lo arrastran a cursos posteriores, y éste es especialmente relevante en el caso del alumno o de la alumna rechazada. Este aspecto merece la pena ser destacado por su relevancia a múltiples niveles: tanto por el bienestar de los alumnos implicados como por su afectación en la dinámica de enseñanza- aprendizaje en el aula.
Una consecuencia importante de que se arrastre un estatus en los cursos posteriores es el hecho de que algunos adolescentes rechazados muestran al mismo tiempo comportamientos agresivos y antisociales, mientras que en otros casos pueden interiorizar su situación manifestando importantes problemas de conducta. En cualquiera de los dos casos los efectos en el rendimiento escolar son devastadores.
Para prevenir estas situaciones de rechazo entre compañeros, tal como sugieren los autores del trabajo citado, debemos atender a las principales causas que los provocan.
Entre los factores de riesgo encontramos que la manifestación de estas conductas especiales o antisociales provocan en muchos casos la repulsa directa de los iguales. La prevención de problemas de rechazo social vendría de la mano de acciones que indujeran a la prevención de las conductas violentas y antisociales en las escuela. Para esto los educadores deberían desarrollar programas y actuaciones para fomentar habilidades sociales de estos estudiantes y acciones encaminadas a desarrollar la autoestima.
Como reflexionábamos en la nube anterior, además del personal educativo las familias tienen un papel fundamental en el cumplimiento de estos objetivos. El trabajo conjunto de padres y madres y las escuelas reforzaría los beneficios de estas intervenciones. Estos programas de prevención e intervención se presentan como absolutamente necesarios, dado el alcance de las consecuencias negativas que la condición de rechazo social provoca en la persona, el rechazo social en la adolescencia puede provocar tanto problemas en el rendimiento académico y su integración en el medio escolar, como comportamientos conflictivos y problemas emocionales, la insatisfacción personal, depresión y el sentimiento de soledad.
Evitar en la medida de lo posible estos casos y prevenir el surgimiento de casos nuevos es una cuestión pendiente todavía en muchas escuelas, donde la discusión entre el objetivo profesional de la mera transmisión de conocimientos o de la formación integral del alumnado, sigue estando en debate.
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