Nube 6

Amores y desamores (lo que no se enseña en las aulas y se aprende en los patios)

Amores y desamores

En amor arte Cuarzo Posse

A Andrey le gustaba Elsa. Como salía con Daniel no se le había pasado por la cabeza que podía salir con ella. Era como si alrededor de Elsa hubiera una red invisible que la hiciera inalcanzable para él. A veces, estudiando juntos, se había sentido excitado, cuando sin querer ella le había rozado o, inconscientemente, se había apoyado en él mientras le explicaba algo. Entonces él alargaba la explicación y el placer de tener a Elsa a su lado le hacía considerar los problemas de química y las ecuaciones de tercer grado como algo apasionante.

De repente, en un gesto que cogió a Andrey desprevenido, Elsa se ocultó de Dani inclinando su cara en el hombro de Andrey. En un arranque de osadía empezó a besarla.

Elsa por su parte, se sintió sorprendida por la pasión que mostraba Andrey. Siempre le había parecido un compañero muy frío, a veces de tan reflexivo que era lo llamaba de broma El Tímpano de Siberia. Pero estaba resultando mucho más apasionado de lo que había imaginado.

Elsa estaba sorprendida por la delicada forma de besar de Andrey, besaba mucho mejor que Dani y le parecía mucho más tierno.

 

Elsa le había insistido en que las relaciones sexuales tenían que hacerse respetando los deseos del otro y, sobre todo, tomando todo tipo de precauciones para que no se quedara embarazada. Debían usar condones siempre y tener mucho cuidado de que no se rompieran. Andrey, como en todo, era una alumno disciplinado y no tuvo ningún problema en seguir todas las enseñanzas al pie de la letra. A partir de aquella primera conversación, siempre llevaba encima condones.

Elsa, por su parte, además de un amigo, había encontrado en Andrey un ser singular que siempre le estaba sorprendiendo con algo. P. 155

………………….

Cuando acabamos, seguimos unidos un rato abrazados, extenuados, casi sin aliento. Luego, según íbamos por la penumbra hacia el corredor principal, Sara me confesó:

— Aquí fue la primera vez que hice el amor. Una vez, cuando yo tenía quince años y estábamos jugando al escondite, se fue la luz. Solía pasar con relativa frecuencia sobre todo con tormentas fuertes. Sabíamos que el apagón a veces se alargaba y eso estimulaba a un tiempo nuestra osadía. Coincidió que aquel apagón una vez se produjo cuando me ocultaba en uno de los recovecos, entre las barricas, con el amigo de uno de mis primos, un chico llamado Estanis, que me gustaba. P. 199

Reflexión de las jóvenes

Los mayores piensan que nuestro amor no es tan profundo como el suyo, y creemos que no es así. En esta época, adolescencia, es en la que más se sufre por amor porque es en la que más se siente, con mayor fuerza.

Nuestros padres nos tienen que dejar cometer nuestros propios errores, sino nos agobian y nos condicionan.

Los sentimientos se viven diferente entre los chicos y las chicas, los chicos están por el interés y las chicas buscan una relación más duradera y romántica.

El amor depende de factores culturales, religiosos, de carácter y nos afecta principalmente a las mujeres. Se nos juzga y controlan todas nuestras relaciones.

Reflexión del autor, Manuel Septien

Esta nube propuesta por las alumnas y los alumnos también resulta original respecto a los temas que normalmente se tratan en las sesiones de tutorías. Y es suficientemente expresivo el añadido de que la afectividad y la formación de relaciones “no se enseña en la aulas y se aprende en los patios” o en la calle, o en las discotecas o en las lonjas, añadimos nosotros. Hay que indicar que el alumnado en este tema no se refería a la necesidad de información sexual (que también, ver Nube9) sino de los dilemas que se les plantean desde el punto de vista de la afectividad y las relaciones interpersonales con los amigos y amigas.

La “educación sentimental” sería una asignatura pendiente sino fuera porque no tiene un contenido conceptual equiparable a otras asignaturas del currículo, pero en muchas ocasiones alumnos y alumnas envueltos en estas situaciones que tienen que ver con las relaciones afectivas muestran una vulnerabilidad y necesidad de consejo y orientación que no encuentran con la misma facilidad que los consejos contra el alcohol o la droga. Nada previene contra un desengaño amoroso que puede parecer el fin del mundo. Y que en algunos casos, desgraciados, lo es.
En la propuesta de estas chicas y chicos hay una demanda real de guía o de ayuda para saber desenvolverse en ese mundo de las relaciones amorosas, sobre todo en las relaciones primerizas.

Se hace evidente que las relaciones interpersonales tienen una importancia determinante en la etapa adolescente y afectan a los estados de ánimo de sus protagonistas de manera que pueden afectar no solo al rendimiento académico sino también a determinadas conductas que, vistas desde fuera, pueden parecer inexplicables.

Una parte muy importante del tiempo de las y los adolescentes transcurre adquiriendo conocimientos académicos y otra, imperceptible e incontrolada, pasa aprendiendo destrezas en las relaciones personales en las que la búsqueda de afectividad fuera de la familia y de una manera autónoma, se realiza de un modo espontáneo e intuitivo por medio de la prueba y error dando lugar a veces a resultados descorazonadores.

En Nubes de tiza leemos que a “Andrey le gustaba Elsa”, pero ésta salía con otro compañero de clase. A lo largo de la novela se comprueba que el tema de las relaciones personales, la cuadrilla, el primer amor, se superpone como preocupación a todas las demás e interfiere en la vida académica y en el estado de ánimo de los personajes pudiendo a llegar a crearle problemas a quienes no saben cómo encontrar solución
¿Quiénes pueden ayudar a estos jóvenes en el trance de decidir sobre sus relaciones personales? ¿Dónde se orienta en temas de afectividad y de control de las emociones? Desde luego, como dice el subtitulo de la Nube, si este aprendizaje se realiza en el centro escolar este es a partir de las experiencias de las propias compañeras y compañeros del que obtiene el adolescente de la experiencia que va extrayendo de las vivencias personales.
A la hora de buscar modelos en los que poder reflejar su situación se encuentran, casi sin querer, con espejismos y estereotipos que proporciona el cine (americano) o la televisión que resultan cercanos y paralelos por la franja de edad de los protagonistas, pero que pueden resultar falsos y engañosos teniendo en cuenta que se desenvuelven entre estereotipos de personajes de una sociedad diferente.
Otra fuente de información pueden ser determinadas novelas de adolescentes y las (cada vez más frecuentes) guías de autoayuda que tienen como virtud el estímulo a la lectura que pueden suscitar el reclamo de sus temas, pero suelen resultar inútiles y lejanos de los intereses reales y personales del posible (e improbable) lector.

Al final el recurso más usual es el más accesible y cercano y en la mayoría de los casos son los consejos del amigo o amiga íntimos, o en el ámbito familiar los consejos de alguna hermana o hermano mayor y que, se supone, que ha pasado por una experiencia similar.
En algunos casos, como ocurre en Nubes de tiza, se recurre a los orientadores o a las orientadoras y, quizás, al tutor o la tutora en casos puntuales de cercanía y confianza que se dan muy raramente. Y, efectivamente, aunque no se pida de una manera puntual sería un tema sobre el que habría que intentar hablar más y con más claridad. En el apartado de materiales hay sugerencias de películas y textos que pueden servir como pretexto para tratarlos.

Reflexión de la experta, Emaize

Amores y desamores: nuevos sentimientos, nuevas emociones, nuevas experiencias desconocidas durante la infancia aparecen ahora sorprendiéndonos. Convertidas y convertidos en jóvenes, sentimos que el corazón se nos acelera cuando quien nos gusta nos mira, que nos excitamos cuando viene a nuestra mente, que el tiempo es interminable cuando no la/le vemos, que se nos salta el corazón cuando clica “me gusta” en nuestro perfil, que pasaríamos el día entero a su lado. A veces no sabemos ni ponerle nombre a todo esto.
¿Y qué hacemos cuando esto nos sucede? Quizás tengamos la suerte de tener ese amigo o esa amiga cercana que sabe qué nos pasa con tan sólo mirarnos y que nos echa un cable en plan “Celestina”. También hay quien intenta aconsejar desde sus escasas vivencias. Sin embargo, esos consejos muchas veces están apoyados –a falta de experiencias- en un ideal del amor que nada o muy poco tiene que ver con la realidad. Sólo hay que ver alguna película de moda, de éxito impresionante como “Crepúsculo” o las españolas “Tres metros sobre el cielo” y “Tengo ganas de ti”.

El argumento de este tipo de películas para público juvenil gira en torno a la relación romántica de pareja. Ella, cuidadora, buena chica. Gracias a su amor conseguirá “salvarle” a él, aunque sea a costa de su vida. El, malote, líder entre los machos o sensible vampiro, la protegerá de los peligros que le acechan. Versión moderna de Caperucita, el lobo y el cazador, con una pizca de “La bella durmiente”. Todo un clásico que no hace más que repetirse. Así, vemos que los personajes protagonistas son estereotipos inamovibles de masculinidad y feminidad, “ideales” sólo porque no pueden existir en la realidad.

En cuanto al modelo de pareja, estamos en lo mismo, muy estereotipada. Aquí van algunas de sus características:
– siempre relación chico-chica (y es que la homosexualidad no se acaba de normalizar)
– mediada por normas como el control del otro/a bajo la apariencia de preocupación por él/ella: “si confiaras en mí, me darías tu clave de facebook”, “¡qué hacías conectada a whatsapp a esas horas!”
– los celos como demostración de amor: “no te pongas ese escote, que los tíos no dejan de mirarte”, “borra a esas chicas del instagram si no quieres que me enfade”
– falta de espacios propios e intimidad de cada uno/a: “no puedes salir con tus amigos si no estoy yo”, “me lo tienes que contar todo”
– pensar que el amor es eterno, que va a durar siempre, que lo puede todo…
– creer que el amor de verdad lo perdona y aguanta todo (hasta lo imperdonable e inaguantable)
– pensar que lo único importante para hacerle feliz es mi amor, para lo que me entregaré en cuerpo y alma a esta relación, pasando yo mismo/a a un segundo plano

Así, mucha gente puede llegar a pensar que si su relación de pareja no tiene esas características, no sería “amor verdadero”. Ya ves, en más ocasiones de las deseables intentamos sentir y comportarnos como creemos que debe ser ese AMOR. Las normas “ideales” de un amor romántico como las que hemos descrito pueden llevarnos a comportarnos de manera abusiva con nuestra pareja, e incluso podemos llegar a maltratar al otro/a pensando que les demostramos nuestro amor. Y al revés, podemos dejarnos controlar pensando que así nos demuestra su amor.

Esta consideración del amor romántico como “el no va más” está basada no tanto en el amor, sino en otras emociones y sensaciones que aparecen por primera vez en la pubertad y que nos pueden confundir. Son el deseo erótico, la atracción y, sobretodo, el enamoramiento. Cuando hablamos de la aparición del deseo nos referimos a sentir que nos atraen los chicos o las chicas, así en general. En cuanto a la atracción, es una concreción de ese deseo: me gusta esa chica o ese chico. Y tras esa atracción por alguien, puede surgir el enamoramiento: cuando nos enamoramos queremos estar juntos todo el tiempo, nos sentimos unidos/as, se tiene la sensación de que el afecto es mutuo. Y además, se vive especialmente el deseo y la pasión, con o sin relaciones eróticas. Estos sentimientos surgen aunque todavía no conozcamos demasiado a la otra persona, por lo que la idealizamos: sólo vemos sus cualidades. ¿A que está muy relacionado con las características del amor romántico?
Sin embargo, esta sensación de fusión es tan intensa que no puede durar mucho tiempo (dicen que de un mes a un año). Así, a partir de ese momento el enamoramiento se puede transformar en amor – en donde cada miembro de la pareja es más autónomo, una relación basada en el conocimiento mutuo y en la aceptación de lo que nos diferencia, en el respeto – o llevar a la ruptura.

Por eso es tan importante reflexionar sobre lo que sentimos (la razón sobre el corazón) para no dejarnos engañar por ideales. Afortunadamente, como la realidad se empeña en demostrarnos, chicos y chicas somos más que estereotipos. Hay chicas sensibles que no dejan por ello de ser fuertes. Hay chicos blandos y amorosos que son tan hombres como los “machotes” (o incluso más). Hay chicas que se enamoran de chicas y chicos que se enamoran de chicos. O incluso de ambos. Esa es la realidad, que todos y todas somos diferentes aunque a veces queramos ser como los y las demás (o mejor dicho, como creemos que son).

Os invito a volver a ver esas películas con un poco de sentido crítico, fijándoos no tanto en lo guapos que son los personajes protagonistas y lo romántica que resulta su relación, sino en lo que realmente creemos que nos haría felices, en lo que importa de verdad en una relación de pareja. Yo considero básicos los siguientes ingredientes:
– respeto mutuo, también en cuanto a las relaciones eróticas que queremos ambos
– aceptación del otro/otra como es y no como querríamos que fuera
– comunicación basada en la escucha, sin imponer nuestras opiniones, gustos,…
– confianza para contar nuestros problemas, lo que sentimos, lo que anhelamos, sabiendo que respetarán nuestra intimidad
– apoyo en los malos momentos y no sólo en los buenos
– …

Y tú, ¿qué otros ingredientes crees que son necesarios? Recuerda que las parejas “reales” pasan tanto por malos como por buenos momentos y que lo importante es aprender de las propias experiencias, no de lo que nos cuenten nuestras amistades o los ideales románticos de las películas.