De repente, en un gesto que cogió a Andrey desprevenido, Elsa se ocultó de Dani inclinando su cara en el hombro de Andrey. En un arranque de osadía empezó a besarla.
Elsa por su parte, se sintió sorprendida por la pasión que mostraba Andrey. Siempre le había parecido un compañero muy frío, a veces de tan reflexivo que era lo llamaba de broma El Tímpano de Siberia. Pero estaba resultando mucho más apasionado de lo que había imaginado.
Elsa estaba sorprendida por la delicada forma de besar de Andrey, besaba mucho mejor que Dani y le parecía mucho más tierno.
Elsa le había insistido en que las relaciones sexuales tenían que hacerse respetando los deseos del otro y, sobre todo, tomando todo tipo de precauciones para que no se quedara embarazada. Debían usar condones siempre y tener mucho cuidado de que no se rompieran. Andrey, como en todo, era una alumno disciplinado y no tuvo ningún problema en seguir todas las enseñanzas al pie de la letra. A partir de aquella primera conversación, siempre llevaba encima condones.
Elsa, por su parte, además de un amigo, había encontrado en Andrey un ser singular que siempre le estaba sorprendiendo con algo. P. 155
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Cuando acabamos, seguimos unidos un rato abrazados, extenuados, casi sin aliento. Luego, según íbamos por la penumbra hacia el corredor principal, Sara me confesó:
— Aquí fue la primera vez que hice el amor. Una vez, cuando yo tenía quince años y estábamos jugando al escondite, se fue la luz. Solía pasar con relativa frecuencia sobre todo con tormentas fuertes. Sabíamos que el apagón a veces se alargaba y eso estimulaba a un tiempo nuestra osadía. Coincidió que aquel apagón una vez se produjo cuando me ocultaba en uno de los recovecos, entre las barricas, con el amigo de uno de mis primos, un chico llamado Estanis, que me gustaba. P. 199
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