Reflexión del autor, J. Manuel Septien

El título de esta nube tiene un doble enunciado que contrapone, por una parte, la decisión de faltar a clase injustificadamente y, por otra, las consecuencias (expulsiones y sanciones) que suponen este tipo de conductas. El enunciado implica también una preocupación sobre el modo en que se gestiona la convivencia o, dicho de otro modo la disciplina, en los centros escolares, entendida como las sanciones previstas por los reglamentos de régimen interno para las faltas injustificadas a clase.

Siendo el derecho a la educación uno de los pilares básicos del sistema educativo, las Administraciones públicas deben velar por el cumplimiento de la escolaridad obligatoria y promover para ello las condiciones para que dicha asistencia se produzca en las mejores condiciones posibles así como el control de que esta asistencia se produce de manera efectiva.
De todos es conocido el ritual del paso de lista por parte del profesorado para llevar este control que permanece en nuestras memorias como uno de los recuerdos más indelebles de los tiempos de la escuela o instituto.

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Lo ideal sería que todos los alumnos y alumnas sintieran la necesidad de asistir a clase de una manera tan clara que hiciera innecesario este protocolo. Pero la experiencia nos dice que las faltas a clase, en determinados centros y en casos concretos, al hacerse frecuente se convierte en un problema, el absentismo escolar.
El absentismo, entendido como la falta injustificada al centro escolar por parte de algún alumno, no implica necesariamente un problema escolar si esta situación no se realiza de forma continuada. El faltar a clase es una actividad que cualquier persona adulta recuerda como una de las correrías, que alguna vez ha realizado en la edad escolar, era el “hacer novillos” o “pirarse” una clase, de una manera puntual. Lógicamente esto no producía alarma social ni hacía intervenir a nadie que no fueran las madres y los padres…si se enteraban.
Cuando las faltas de asistencia a clase no se producen de forma esporádica, sino que se suceden de forma reiterada a lo largo de periodos de tiempos prolongados, la alumna o el alumno empieza a perder conexión con su grupo de clase y su rendimiento se resiente. Aparecen problemas de rendimiento escolar que llevan a retrasos con respecto a las compañeras y compañeros del grupo del que proviene. Es aquí cuando se encienden las alarmas y las y los responsables educativos deben intentar poner soluciones, ya que no hacerlo se pueden crear situaciones de abandono y fracaso escolar que cada vez serán mas difíciles de recuperar.
Podemos definir el absentismo como la situación de inasistencia a clase por parte de la persona alumna en la etapa obligatoria de manera permanente y prolongada; en determinadas ocasiones, esto tiene lugar por causas ajenas a la propia persona, como pueden ser la aparición de una enfermedad o un traslado familiar; en otras, se debe a una “opción” por parte de la alumna o alumno, que no encuentra en la escuela la respuesta a sus problemas e intereses, que acumula retrasos en relación con su grupo de edad o que, en definitiva, quiere buscar otra cosa al margen del sistema escolar. Y es en este tipo de casos cuando se requiere algún tipo de actuación por parte de los agentes docentes.
Como siempre que ocurre algún problema con el alumnado se llama al domicilio y se intenta establecer el contacto pertinente con la familia, pero a veces ocurre que no está disponible, o que, como en la mayoría de los casos, está desbordada por su conducta y no saben qué hacer ni a quién dirigirse e intentan de alguna manera justificar las ausencias de sus hijas o hijos a las aulas. Los y las responsables educativas tampoco tienen demasiados recursos a los que agarrarse, las ausencias son faltas leves y si se hacen frecuentes se convierten en faltas graves, ante lo cual el recurso que ofrecen los reglamentos de centro son, paradójicamente, la expulsión.
Evidentemente, se tienen que buscar otras fórmulas de actuación, y las intervenciones tienen que ir más allá de simple sanción y expulsión. Y hay que buscar las causas de esas ausencias que puede estar motivado en que, por algún motivo, el joven o la joven se queda desenganchada de las explicaciones de clase o porque tiene otros condicionantes en el centro escolar (miedo al ridículo, al acoso escolar…) o en su propio hogar (cuidado de sus menores, atender el negocio familiar…) o en sus círculos de amistades, que de distintas maneras le obstaculizan o impiden la asistencia regular a las clases.
Estas ausencias provocan la pérdida de la continuidad en el programa y hace cada vez más difícil y complicado el seguimiento de las clases. Esto tiene unas consecuencias inmediatas que se concretan en suspensos, repeticiones o abandono de la escuela, pero tiene otras más importantes a medio y largo plazo. De la falta de adquisición de conocimientos fundamentales y de la falta de desarrollo de competencias básicas para poder llevar una vida personal, social y profesional adecuada se pueden derivan consecuencias de tipo social, como marginalidad, paro, incultura, posible delincuencia.
La conclusión a la que llegamos, pues, es que se tienen que poner todos los medios para evitar el abandono escolar temprano que puede derivar del fenómeno absentista, pues un simple problema escolar se puede convertir a medio y largo plazo en un importante problema social.

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4 comentarios

  1. En el debate sobre el absentismo, el grupo heterogéneo de chavalas y chavales con el que contamos trata una serie de cuestiones que, debido a la variedad de edades se nutre de opiniones muy diversas en cuanta a las causas de las «piras». Hablan de varios casos que han vivido en su día a día en el colegio.

    Señalan como motivos de el absentismo causas como el bulling. Varios niños que conocen dejan de acudir a clase debido a la des motivación sufrida por el acoso de otros compañeros. Debatimos sobre el hecho de que por el miedo a denunciar la situación, se crea otro problema. El acoso que no cesa de esta forma mas el deterioro de su evolución escolar. Todos señalan que es «la pesadilla que se muerde la cola» y eso lleva a que además de ser víctima, haya represalias con castigos por parte del colegio y la familia.

    Señalan como segunda causa del absentismo la desmotivacion por las clases de ciertos profesores. Creen que no saben empalizar con los alumnos y no se preocupan en realidad por ellos lo que hace que no quieran acudir a sus clases. Creen que si los profesores .se implicarán mas a nivel personal e impartieran las clases de forma más dinámica el absentismo de muchos alumnos en ciertos colegios disminuiría. Nos explican que muchos profesores a su vez que «se hacen los cercanos» y a los que se animan a contar alguna situación que les preocupa, en muchos momentos utilizan coletillas como «son cosas de la edad, no tiene importancia» y eso hace que los alumnos se cierren aun mas a contar nada por No sentirse entendidos y sentir que sus problemas no tienen importancia. Creen que los profesores deberían valorar mas que ciertas actitudes son fruto de problemas extra escolares y que los profesores deberían intentar entenderlos Para sacar lo mejor de todos. A pesar de todo, asumen su responsabilidad en cuanto al comportamiento negativo de no acudir a clase y creen que no soluciona nada y que a la larga, son ellos los perjudicados,

  2. Me parecen muy interesantes estas reflexiones de «Emopilar» y nos sirven para encontrar algunas claves del absentismo escolar. Desde luego el bullying y también el mal ambiente que pueda haber dentro del aula contribuyen a que algunos alumnos o alumnas no tengan ganas de participar en las actividades escolares y acaban faltando al principio como una señal de alarma y después porque pierden el hilo y no pueden seguir las clases. Por eso es muy importante contar a los profesores ese estado de ánimo y confesarles los problemas que tiene uno propios, o los de otros compañeros.
    Otro aspecto muy importante en el que estoy de acuerdo es la falta de empatía que puede haber con el profesor/a y el hecho de que éste no se preocupe demasiado en crear interés y despertarlo entre los alumnos. Es un eterno debate, conciliar la clase entretenida con la efectividad en las explicaciones, pero estoy de acuerdo en que uno de los primeros principios del profesor tiene que ser el de «no aburrir» y hacer las clase amenas y comprensibles los contenidos. De todas maneras hay asignaturas que se prestan más que otras, sin poner ejemplos que todos podemos tener en la cabeza. Resumiendo a todos los problemas se puede encontrar solución, siempre que se haga un buen planteamiento, hablándolo y razonándolo con los maestros y las profesoras. Otra cosa no se puede decir, pero en general, por la propia profesión, los profesores somos abiertos y estamos dispuestos a escuchar las sugerencias de los alumnos y de las alumnas siempre que se planteen de una forma adecuada y pretendan mejorar la vida escolar y la de los escolares. Somos dialogantes y, si no lo somos, tenemos que serlo.

  3. Yo creo que alumnos & profesores deberían de entenderse mutuamente aunque sea difícil por que la mayoría de veces ellos creen que no vemos la vida de la manera en que ellos la ven solo por que sean «adultos» & tengan mas «experiencia» de vida. & las faltas injustificadas suelen ser por varios motivos, cada alumno tiene un motivo por la cual quiere hacerse «pira» de clase tanto bueno como malo pero es difícil entendernos & eso es lo que mas rabia nos da a nosotros …

  4. Yo creo que los alumnos hace «pira» porque en el colegio/instituto no se sienten a gusto y prefieren no ir y estar en la calle. Los profesores se lo toman a mal porque se escaquean de las clases y claro, no aprenden. Pero sinceramente si nosotros nos pusiéramos en los cuerpos de los alumnos, sentiríamos lo que sienten ellos. Lo que los profesores quieren es que aprendamos y tengamos un futuro bueno y haciendo «piras» no conseguimos nada de eso, al contrario, conseguimos no aprender nada.

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