Cuando se sanciona a un alumno generalmente no se hace con la intención de provocar que te expulsen. Los malos comportamientos son para hacerte “el chulito”, por no quedar a menos con los demás. Cuanto estás fuera te das cuenta de que los demás que se han reído contigo se quedan aprovechando el tiempo en la clase y tú eres la única que has perdido. Pero vuelves a entrar y vuelves a repetir lo mismo, entras en una rutina de expulsiones y sanciones de la que es difícil salir.
A veces los profesores te amenazan con expulsarte, te hacen chantaje y cogen manía a algunos alumnos. Cualquier cosa que haces es motivo de expulsión e incluso provoca la expulsión del alumno.
También hay profesores y profesoras que aguantan demasiado, cuando te paras a pensar las cosas que hacemos o cómo contestamos, tienen mucho que aguantarnos. Generalmente lo hacemos con los profesores o profesoras que sabemos que podemos hacerlo, los que más aguantan. Si nuestras familias supieran cómo nos portamos en clase se sentirían avergonzados de nosotras, no nos lo permitirían.
Si nos lo pensaríamos dos veces no haríamos lo que hacemos, contestamos fatal a los profesores.
“Me avergüenza mi comportamiento en clase, me doy cuenta cuando veo como otros y otras hacen lo mismo que yo”
Siempre salimos perdiendo nosotras, te llega un parte, un informe,pierdes clase,… Nosotras tendríamos que aprender a callarnos. Nos dejamos llevar por impulsos más que por la cabeza.
No entendemos a compañeros que faltan a clase habitualmente y cuando les echan se quejan precisamente de no poder ir a clase. El castigo para ese tipo de gente tenía que ser precisamente lo contrario.
El castigo y la expulsión generalmente no es proporcionado, no se aplica igual a todos, a veces pequeñas cosas provocan grandes castigos y otras veces grandes cosas no tienen castigo. Hay sanciones excesivas, consideramos que 20 días de expulsión es demasiado, luego cuesta volver a engancharte. Tenía que haber otras formas de “castigo” que sirviera de algo, creemos que las expulsiones no sirven para nada.
Los padres y madres se cabrean con nosotras cuando la sanción es justa, tienen que ir a hablar con los profesores, y defendernos si no nos merecemos la sanción. Vemos a familias que hagan lo que hagan sus hijos e hijas siempre se ponen a favor de sus hijas o hijos, aunque no tengan la razón. Creemos que los padres tienen que censurar nuestros comportamientos cuando no tenemos la razón.
Nuestras familias tienen que ser justos cuando hacemos algo mal, nos lo tienen que hacer ver y apoyar a los profesores, pero en otras ocasiones nosotras tenemos la razón y necesitamos su apoyo.
Los profesores tienen miedo a algunos de los alumnos y los tratan diferente, a otros no se les aguanta nada, a otros todo. La normativa no es clara y se permiten cosas que no se tendrían que permitir, las sanciones se aplican de diferente modo dependiendo de los alumnos.
Esta normativa tendría que estar negociada entre alumnado y profesorado, tendría que ser más clara. No todos los profesores siguen las mismas normas, nos resulta complicado saber lo que se puede o no se puede hacer en cada clase (utilización de móvil, comer chicle, llevar gorra, salir al baño,…)
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