Nube Uno

Reflexión del experto, Jesús Prieto Mendaza

El tema que vamos a tratar no es fácil. Lo que le ocurre a Elsa, la protagonista de la novela “Nubes de tiza”, no es, lamentablemente, un hecho aislado. La violencia entre iguales (tanto física, verbal como psicológica), la falta de respeto entre compañeros, lejos de disminuir con los avances sociales se ha perpetuado vistiendo nuevas formas, más acordes con los nuevos tiempos en los que la tecnología impone el ritmo de nuestras vidas, aunque igual de reprobable e injusta.

Para comenzar es conveniente aclarar bien qué significa el término “bullying”. Cualquier manifestación de violencia, no debe ser necesariamente tipificada como bullying. Así, el bullying implica una repetición continuada, y que se prolonga en el tiempo, de las burlas o las agresiones que puedan provocar sufrimiento o exclusión social de la víctima.

Las formas de acoso o maltrato entre iguales pueden ser diversas, podemos, de forma resumida, citar las siguientes:

  • Físico: empujones, patadas, agresiones, manotazos, etc… Se da tanto en primaria como en secundaria, siendo catalogado como acoso escolar, sin olvidar la violencia entre iguales que puede producirse también en el ámbito del tiempo libre o en las cuadrillas de amigos.
  • Verbal: insultos y motes, menosprecios en público, resaltar defectos físicos, etc. Es, posiblemente, el más habitual entre nosotras y nosotros y genera una notable inferiorización de la víctima.
  • Psicológico: por medio de actuaciones que tienden a inferiorizar a la víctima, se minan la autoestima del individuo y se fomentan su sensación de temor.
  • Social: pretende aislar a la persona joven del resto del grupo y compañeros y compañeras, produciendo su exclusión.

Las agresiones suelen estar provocadas por un alumno/a, apoyado por un grupo, contra una víctima que se encuentra indefensa. Normalmente la persona abusadora, provocadora o “matón”, tanto en chicos como en chicas, suele presentar serias dificultades para aceptar la diferencia, es decir la diversidad de todo tipo, siendo frecuente que haya sido él, o ella, víctima también de malos tratos o situaciones de humillación.

Una situación de bullying se produce y mantiene gracias a la ignorancia o pasividad de las personas que rodean a agresores y víctimas, los llamados espectadores, que sin intervenir directamente permiten que la situación perdure durante cierto tiempo. En estos casos en los compañeros y compañeras de clase se generaliza una falta de sensibilidad e insensibilidad ante la pérdida de la dignidad de un compañero o compañera. Deseo subrayar aquí la importancia que tiene la actitud de los espectadores, en una gran mayoría de casos una actitud no pasiva (sin recurrir a la violencia) ante el acoso, puede ser definitiva para que la persona abusadora se replantee su comportamiento y para conseguir animar a la víctima.

Por lo que respecta a la víctima del acoso, se pueden producir en ella, además del lógico sufrimiento, afecciones que pueden resultar graves. La víctima desarrolla miedo y rechazo al contexto en el que sufre la violencia, sufriendo además pérdida de confianza en sí misma y en los demás, cuestión esta que la puede llevar a una disminución del rendimiento escolar y a una pérdida de relaciones sociales. Se ha estudiado ampliamente el tema y se ha constatado que las víctimas de bullying presentan mayores índices de trastornos de estrés postraumático y depresión, pudiéndose llegar, en casos extremos, incluso al suicidio.

Todo lo que estamos comentando sobre el maltrato entre iguales es válido si se produce también de forma virtual, es decir en las redes sociales. Nuestra actual sociedad de la comunicación y la información está generando nuevas formas de lenguaje y de relación entre jóvenes. Así la revolución de internet y el auge de las redes sociales (grupos de WatsApp, Facebook, Twitter, etc…), permiten que el acoso se pueda realizar, con las mismas características de abuso y consecuencias de victimación, en las redes sociales. En este caso estamos hablando de cyber acoso o “cyber bullying”. El espacio de impunidad que ofrecen las redes sociales, cada vez más controlado por la legislación y los cuerpos policiales, ha permitido que aparezcan nuevas formas de maltrato entre iguales como son el o gay bashing (acoso escolar homofóbico), el grooming o el sexting.

Reflexión del Autor, Manuel Septien.

Una de las principales fuentes de conflictos en los centros escolares son las relacionadas con lo que, genéricamente, se etiquetan como faltas de convivencia.

Las dinámicas de los grupos, dentro y fuera del aula, determinan comportamientos que pueden resultar problemáticos y, en muchos casos, los más graves, pueden escapar al conocimiento de las personas educadoras y responsables de las alumnas y alumnos implicados.

En los últimos tiempos, la resonancia de algunos casos y su aparición regular en los medios de comunicación ha provocado reacciones de las autoridades de educación para que en los centros se dispongan de protocolos de actuación que ayuden a conocer y a resolver estos problemas.

Por otra parte, estas situaciones conflictivas, que han venido existiendo en el mundo educativo desde siempre, han tomado últimamente una dimensión nueva por la diversidad del alumnado de diferentes orígenes que convive en determinados centros y por la aparición de nuevas herramientas de comunicación, las llamadas redes sociales.

En un caso, la llegada de alumnos de distintos países y culturas, se ha empezado a considerar desde nuevos planteamientos pedagógicos que tienen en cuenta las nuevas realidades, y que pretenden abordar los currículos de un modo transversal desde un nuevo punto de vista intercultural.

En el caso de las redes sociales, las nuevas herramientas de comunicación, continuamente renovadas y con una complejidad creciente, han puesto en manos de todo el mundo, y especialmente de las y los adolescentes, nuevos modos de acceso al conocimiento y a la comunicación, que tienen importantes implicaciones en las relaciones sociales con la aparición de nuevos códigos de conducta que, en determinados casos, pueden derivar en situaciones conflictivas o, incluso, delictivas. (este tema se abordará en profundidad en la nube5)

En la novela “Nubes de tiza” se ve cómo Andrey, uno de los protagonistas, utiliza las redes para comunicarse con sus amigos, pero también violando de un modo nada ético sus comunicaciones, intenta conocer los mensajes de otros personajes de la novela. Éstos, a su vez, utilizan las redes sociales para intentar extender contenidos explícitos de carácter sexual que implican a compañeras y a personas adultas, sin que nada ni nadie interfiera en sus propósitos.

En otras partes de la novela comprobamos cómo los problemas suscitados en el aula por cuestiones derivadas de la convivencia desbordan las paredes del aula. Asuntos que se enquistan en los patios, acaban saliendo a la calle y escapando a la actuación del profesorado implicado, bien por ignorancia de lo que ocurre, o porque no conocen todos los resortes sociales que podrían servirles de ayuda.

Por otra parte, algún tipo de peleas, como las de la novela, que se dan fuera del centro,(“ya verás cuando nos veamos en la calle” “o te espero a la salida”) entre grupos de adolescentes, derivan de conflictos generados dentro del ámbito escolar y que, por tanto, habría ser los lugares apropiados en donde se habría de intentar prevenir y evitarlos.

Además, como en todas las ocasiones en que surgen problemas de adolescentes o se suscitan polémicas en las que reclaman soluciones a temas sociales, siempre éstas remiten al ámbito escolar como el lugar adecuado para su tratamiento y a los maestros y maestras para realizar las actividades de prevención y formación.

La pregunta que se plantea es de qué manera pueden actuar los equipos docentes en este tipo de situaciones, teniendo en cuenta las contradicciones que se dan entre las propuestas pedagógicas de los centros y las de las familias, en algunos casos, y entre las propuestas escolares y las propiciados por determinados modelos sociales y estereotipos que ofrecen los distintos medios de comunicación, en otros.

Para ello, como dice el director del centro en la novela, antes de empezar a trabajar en los valores que se quieren dar a conocer en los centros escolares, hay que deshacer los prejuicios y malentendidos y derribar los estereotipos que llegan al alumnado por otros lados.

A veces el cumplimiento de todos los contenidos del currículo puede convertirse en una especie de obsesión que nos impida dedicar tiempo a otros cometidos que pueden parecer secundarios, pero la convivencia escolar es un tema primordial que afecta además al desarrollo de todos los demás.

Un buen ambiente en el aula y en el centro condiciona la vida escolar en todos sus aspectos y por tanto se debe de trabajar mediante actividades de prevención y formación, primero entre los equipos docentes, dándoles las orientaciones e instrumentos precisos, y luego entre el alumnado, mediante actividades que ayuden al conocimiento mutuo y a la reflexión compartida mediante discusiones a partir de textos, películas, vídeos etc.

Y no debería ser una tarea dejada en manos exclusivas de las personas tutoras para trabajar en las horas de tutoría, sino que debería ser un objetivo común de todos los miembros de la comunidad escolar siempre que surja la ocasión o como una transversal, teniendo en cuenta que es un tema que está en todos los currículos y que afectará a los alumnos y a las alumnas, no sólo durante su estancia en el aula y en el centro, sino más allá de los muros del patio escolar, a lo largo de toda su vida.

Reflexión de las jóvenes

Las peleas suelen ser graciosas vistas desde fuera, pero estando dentro son difíciles de manejar y muy desagradables. La gran mayoría son provocadas por tonterías y se podrían solucionar, fácilmente, hablando.

Nosotras nos ponemos violentas ante situaciones que no valen la pena y luego nos sentimos mal. Nos hemos dado cuenta que reaccionamos así por ser iguales a los demás y porque es lo que el resto espera de nosotras.

¿Estás de acuerdo?, ¿os pasa lo mismo?…..

Una de peleas…(el acoso escolar y la convivencia entre iguales)

No pude evitar que mis ojos se dirigieran hacia Elsa. A su lado Andrey agachaba su cabeza hacia el cuaderno, dejando caer su melena rubia y tratando de ocultar un ojo amoratado.

Le pregunté si le había pasado algo.

— No, ¿por qué?

La respuesta despertó un amago de risa entre algunos compañeros.

—Por la cara que tienes parece que has tenido algún malentendido con alguien.

Andrey no me entendió la ironía o hizo como si no la entendiera pero, en cualquiera de los casos, no dijo nada y se puso a hacer como si hojeara el libro.

— Le han pegado unos del Jesús Salvador— dijo Fátima, que no intervenía para dar información si no para intentar que surgiera la polémica. Cualquier disculpa servía para no tener clase. Y a Fátima le encantaba discutir de lo que fuera. Decía que de mayor iba a ser abogada. Elsa se llevaba bien con algunas compañeras de clase, sobre todo con Fátima, una alumna que a veces se confesaba saharaui y otras argelina, y con Jennifer López, una colombiana de Cali.

……Le gustaba mucho el inglés y cuando acabara quería irse a Estados Unidos, donde tenía unos tíos.

— Tuvimos una pelea sin más— intentó cortar Andrey que prefería tener clase y que no se hablara de él.

— Bueno dejemos el asunto, ya hablaremos de eso al final de la clase ¿qué teníamos para…?

Mi pregunta quedó interrumpida por una nueva intervención de Fátima.

— Han sido unos amigos de Daniel y de Atapuerca que son unos pijos racistas y no nos pueden ni ver.

La miré con enfado, pero no tuve tiempo de decir nada pues inmediatamente saltó desde el rincón en la última fila Carmelo Martínez, Atapuerca, quien, poniéndose de pie, empezó a increpar a Fátima.

— ¡Qué dices, tía ! Fueron ellos los que les provocaron.

— ¿Y tú cómo lo sabes? ¿No veis cómo eran amigos suyos? Seguro que fuiste tú el que los que convenciste para que les pegaran.

Nubes de tiza pag. 97-98