Amistades adolescentes. (“haciendo amigos” y enemigos)
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Vidas Perdidas Rolo feat Miriam Román
Referencia
— Tenéis que hacer algo con los que han pegado a nuestros hijos. Oyes. Por poco los matan y ya es la segunda vez. Pensaba que este instituto era diferente pero resulta que hay igual de rasismo que en todos—. Aquella afirmación me hirió como si en vez de palabras hubiera dirigido contra mí un objeto contundente—. Aquí es donde peor lo han tratado: primero le acusan de ladrón y lo último, oyes, sin hacer nada unos compañeros del instituto les dan una paliza y los dejan medio muertos. Los de aquí hacen lo que quieren y nadie les dice nada. Roban, rompen cosas del instituto, acusan a otros, a los de fuera que no han hecho nada y que no pueden defenderse…y vosotros no hacéis nada.
Realmente me sentía tan dolido que no me creía capaz de argumentar nada. No daba crédito a lo que estaba oyendo.
—A mi Andrey le rompieron un brazo y por poco pierde un ojo— intervino la señora Kountchakov, en un momento que tuvo que tomar un respiro la madre de Sergio. Su intervención, aunque no era conciliadora, rebajó la tensión. Comprobé que su castellano había mejorado, pero tenía una forma de pronunciar, arrastrando las consonantes, muy parecida a la de Andrey —. Por lo que ha dicho han sido algunos compañeros del instituto, tendrán que hacer algo…si no tendremos que ir a la policía— su hablar era pausado y parecía muy convencida de lo que decía.
—Sentémonos y hablemos con tranquilidad— les dije, ofreciéndoles dos sillas frente a la mesa del despacho. A ver, hablemos con calma que estoy aquí para ayudarles. p 186
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En los pasillos del instituto, entre los alumnos y entre los profesores, se daban muchos casos para los que cualquier contacto con otros individuos era una dolorosa necesidad. Individuos que no podían soportar de ningún modo la soledad y con tal de evitarla estaban dispuestos a pasar el tiempo con gente a la que despreciaban. Personas así existen en todos los lugares, siempre han existido y existirán. Todos tenemos miedo a la soledad, todos menos los locos que conviven con sus propios fantasmas. P. 120
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Le había enviado un mensaje en el que le contaba que ya no andaba con Andrey. Todo el mundo del instituto, y en especial Dani, convenientemente informado por Atapuerca, se habían enterado de que Andrey y Elsa habían roto. Aunque en ningún momento ninguno de los dos había contado que salieran juntos, todos en la clase y en el instituto, lo daban por hecho. Por eso la noticia de su ruptura había supuesto una conmoción en la clase. Lo habían dejado sin pregonarlo a los cuatro vientos, pero todo el mundo se había dado cuenta. Un día Elsa, sin más ni más, se había cambiado de sitio y había dejado de hablarse con Andrey.
Tan pronto como se había sabido que Elsa había dejado de salir con Andrey, se habían reiniciado las relaciones entre Elsa y Dani. Primero había sido el intercambio de unos mensajes, luego una serie de llamadas que se fueron alargando hasta que, en una de ellas, Dani le había ofrecido volver a salir.
La fórmula empleada era que podía volver a salir con “ellos”. Elsa no sabía muy bien si el pronombre en plural respondía a una fórmula sin compromiso o a un ofrecimiento real a salir con él y con su cuadrilla de amigos, especialmente con Carmelo. P. 225
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Sergey Vladiviskaya había llegado de Ucrania dos años antes que Andrey y cuando éste llegó al instituto se unió a él como si fuera su sombra. Alfredo, el profesor encargado de interculturalidad, le había propuesto que hiciera de alumno-guía para acompañar a Andrey en las primeras semanas y le ayudara en su aclimatación a la vida del centro.
Se acabaron haciendo amigos inseparables. A ello había contribuido, además de la proximidad de las lenguas y de las culturas, el hecho de que sus madres también hubieran acabado siendo también grandes amigas. Habían unido, además, a su alrededor algunas amistades aisladas procedentes del mundo eslavo, cohesionando un grupo cuya referencia principal era el instituto.
Pero los dos amigos eran muy diferentes entre sí. Mientras Andrey era reflexivo y analítico y apenas se relacionaba con nadie, Sergey era impulsivo y primario y constantemente estaba metido en líos. Su conducta y bajo nivel escolar había propiciado que estuviera en el Aula Especial donde se incluían unos pocos alumnos, los más conflictivos.p. 94
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Andrey, por otra parte, temía que Elsa se volviera a encontrar a gusto con sus antiguos amigos y rompiera de verdad con él. No se sentía muy seguro pues iba a llegar el verano y temía que las relaciones que mantenía con su amiga, fundadas en las actividades del instituto, fueran a cambiar para peor. Sabía que, cuando acabaran las clases, no podría ofrecerle la variedad de alternativas que podían ofrecerle Dani y sus amigos. Dani, además de tener moto y una cuadrilla de chicos y chicas, era socio de las piscinas y del Club de Tenis. Él no pertenecía a ese grupo. Después de todo no podía olvidar que era un inmigrante que no tenía a nadie más que a su amigo ucraniano que, encima, últimamente apenas tenía ganas de salir. P. 231, 232
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Los alumnos que llegaban a Secundaria habían pasado por lo menos diez años en las aulas y llegaban ya con muchas ideas adquiridas. Al conocimiento que les había llegado por medio de otros maestros que les habían dado clase en cursos anteriores había que añadir lo que habían aprendido (o desaprendido) en casa a través de las influencias familiares y de la tan manida televisión.
Por si fuera poca complicación, en el instituto Manuel Quintano había alumnos llegados de más de veinte países, de culturas y religiones diversas, con influencias diferentes y en muchos casos desconocidas. Cada cual tenía su visión del mundo, su currículo “oculto”, a veces imposible de desentrañar. P. 181
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