Reflexión de la experta, Esti Cáceres

“Muro, retuit, agregar, me gusta, favorito, bloquear, hashtag, comentar, trending topic, retuit.. son términos prácticamente inexistentes hasta recientes fechas”

erlandh-Smartphone-Excitement

La web 2.0 y su vertiginoso crecimiento, desarrollo y mejora, y en algunos casos abaratamiento de dispositivos, conectividad y cada vez mayor facilidad de uso, junto con nuevas plataformas y formas de tener presencia en la vida vitual han traído para quedarse el fenómeno de comunicación y participaón de siglo XXI: las denostadas para algunas y algunos y adoradas e imprescindibles para otras y otros redes sociales.

Niñas, niños y adolescentes son capaces de manejarlas sin problemas. Crean perfiles en Facebook, comentan las publicaciones de sus “amigos”, suben fotos, vídeos, tuitean estados de ánimos, retuitean opiniones, se hacen “selfies” y lo comparten instantáneamente en instagram.. Las plataformas que a día de hoy, copan el mercado de usuarias y usuarios en redes sociales y microblogging.

Otro cantar es cuando a esas mismas niñas, niños y adolescentes les cuestionamos temas como la privacidad de esos perfiles creados, incluso si son conocedoras y conocedores de la edad mínima de uso de estas plataformas, qué tipo de contenido es susceptible de ser compartido, de las consecuencias que podrían tener algunas publicaciones, los criterios para agregar amigos, qué hacer si sienten incomodidad ante algunas actitudes de otras personas, la seguridad de los datos personales, incluso los tiempos de conexión y franjas horarias en que lo hacen.

Porque son adolescentes, son millennials o pertenecientes a la denominada “generación selfie” en la edad de comerse el mundo, aprender, experimentar.. y no hacen nada diferente de lo que hemos hecho las adultas y adultos cuando teniamos su edad. Salen, estudian, sueñan, se relacionan, reivindican, viven sus primeras experiencias amorosas, se frustran.. como en todas las generaciones anteriores.

Hacen lo mismo, sí, esta generación de chicas y chicos que percibimos como vagas y holgazanas, narcisistas, egoístas, con poca capacidad de esfuerzo y a veces sin ideales y objetivos hacen exactamente lo mismo que todas las generaciones anteriores. La única diferencia está en los medios, lugares, y formas en que lo hacen. Evidentemente, la relación en la calle, escuela, grupo de amigos, familia es igual en la faceta física. En la actualidad debemos añadir el componente tecnológico: ordenadores, tablets, smartphones.. que con conexiones varias (WIFI en muchos casos) les abre una puerta inmensa a la dimensión virtual, en la que no harán más que lo mismo que en la dimensión física, con algunas connnotaciones propias, por supuesto.

La tecnología y redes sociales nos proporciona anonimato, rapidez, gran capacidad de difusión e impacto. Algo que nos ocurre ahora mismo puede ser sabido de manera prácticamente instantánea en cualquier barrio de Vitoria-Gasteiz, y en Miranda y en Salamanca, y en Tánger, y en Ouagadougou y en La Paz y.. Los selfies recorren el mundo en apenas minutos, proporcionando a adolescentes ese reconocimiento inmediato, esa satisfacción de la necesidad de hacerse presentes en el mundo, de expresarse, de participar.

No podemos obviar que esta inmediatez, a veces anonimato, no está exenta de peligros, que van a la par a los peligros que pueden tener en la parcela física de la vida. Las y los millennials pueden ser víctimas de cyberbulling, grooming, malas prácticas de sexting, dedicarse al vamping nocturno, con las consecuencias que ello puede tener para su desarrollo y descanso, convertirse en unos phonbies.. El componente tecnológico ha ampliado los riesgos que pueden surgir y sufrir, las y los menores y también las personas adultas, no lo olvidemos. Pero la tecnología solo ha ampliado el espectro, que ya de por sí es amplio. En el momento que estamos en el mundo, salimos a la calle, comenzamos a hacer vida autónoma al margen de la familia (madres, padres, tutores..) las adolescentes están en riesgo, cuando cogen el autobús, cruzan la calle, comienzan a conocer más personas fuera del entorno habitual, quedan para pasar la tarde con el grupo de amigas y amigos… Ahora hacen todo eso añadiendo smartphones y perfiles sociales. Se multiplica el riesgo, que nunca estará ausente, pero también se multiplican las ventajas y beneficios de que la “generación selfie” viva conectada, se exprese en un tuit o comparta en su muro.

Gracias a estas plataformas virtuales, las y los adolescentes pueden organizarse para conseguir y luchar por sus causas, salvar las ballenas, quizás, que nos suena lejos o.. conseguir que el barrio esté más limpio (un hashtag en twitter bien promocionado y utilizado puede tener mucho impacto). Pueden enseñarnos qué aprenden o descubren, un sencillo vídeo en youtube compartido y hecho viral puede ser capaz de mostrar el potencial que una chica de 15 años puede tener para construir robots, por ejemplo. Pueden enseñar el mundo, a compañeras y compañeros, iguales, padres, madres, profesorado sus habilidades, qué les gusta a qué les gustaría dedicarse, escribiendo en sus muros y compartiendo sus fotos patinando, marchando en bicicleta o plantando árboles.

Porque sí que hay riesgos, pero hay muchas más ventajas. En la mano de Educadoras y educadores, profesorado, tutoras y tutores está el “cambiar” el chip con respecto a la tecnología y plataformas sociales. Las y los millennials tienen, usan, conocen y manejan la parte técnica.. En nuestra mano está poder acompañarles añadiendo el componente del sentido común, la privacidad, el respeto por los propios datos y ajenos.

No podemos obviar la tecnología, porque está aquí y la usan. No podemos taparnos los ojos y dejar solas y solos a nuestras adolescentes ante una puerta enorme llena de riesgos, pero sobre todo ventajas. ¿A alguien se le ocurriría dejar a su alumnado solo en una cabina de avión? Tampoco podemos dejar que se manejen en el entorno virtual desligándonos absolutamente de lo que hacen, cómo lo hacen y con quién lo hacen.

Las y los millennials saben manejar y manejan tecnología y redes sociales, casi siempre más de una plataforma y más de un perfil. Las personas adultas de su entorno DEBEMOS SABER MANEJAR TECNOLOGÍA. Para entender, compartir, participar con ellas y ellos, conocer, saber dónde están, con quién se relacionan, qué sueñan, en qué trabajan, por qué sufren y qué construyen. Solo de esta manera seremos capaces de ver más las ventajas y posibilidades infinitas de aportación al cambio y crecimiento de las y los adolescentes y podremos minimizar los riesgos y peligros a los que inevitablemente se exponen, simplemente por estar en el mundo.

Nunca dejaríamos que nuestras hijas e hijos cogieran solas y solos el autobús por primera vez, sustituyamos autobús por smartphone y lo entenderemos a la primera.

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