Reflexión del Autor, Manuel Septien.

Una de las principales fuentes de conflictos en los centros escolares son las relacionadas con lo que, genéricamente, se etiquetan como faltas de convivencia.

Las dinámicas de los grupos, dentro y fuera del aula, determinan comportamientos que pueden resultar problemáticos y, en muchos casos, los más graves, pueden escapar al conocimiento de las personas educadoras y responsables de las alumnas y alumnos implicados.

En los últimos tiempos, la resonancia de algunos casos y su aparición regular en los medios de comunicación ha provocado reacciones de las autoridades de educación para que en los centros se dispongan de protocolos de actuación que ayuden a conocer y a resolver estos problemas.

Por otra parte, estas situaciones conflictivas, que han venido existiendo en el mundo educativo desde siempre, han tomado últimamente una dimensión nueva por la diversidad del alumnado de diferentes orígenes que convive en determinados centros y por la aparición de nuevas herramientas de comunicación, las llamadas redes sociales.

En un caso, la llegada de alumnos de distintos países y culturas, se ha empezado a considerar desde nuevos planteamientos pedagógicos que tienen en cuenta las nuevas realidades, y que pretenden abordar los currículos de un modo transversal desde un nuevo punto de vista intercultural.

En el caso de las redes sociales, las nuevas herramientas de comunicación, continuamente renovadas y con una complejidad creciente, han puesto en manos de todo el mundo, y especialmente de las y los adolescentes, nuevos modos de acceso al conocimiento y a la comunicación, que tienen importantes implicaciones en las relaciones sociales con la aparición de nuevos códigos de conducta que, en determinados casos, pueden derivar en situaciones conflictivas o, incluso, delictivas. (este tema se abordará en profundidad en la nube5)

En la novela “Nubes de tiza” se ve cómo Andrey, uno de los protagonistas, utiliza las redes para comunicarse con sus amigos, pero también violando de un modo nada ético sus comunicaciones, intenta conocer los mensajes de otros personajes de la novela. Éstos, a su vez, utilizan las redes sociales para intentar extender contenidos explícitos de carácter sexual que implican a compañeras y a personas adultas, sin que nada ni nadie interfiera en sus propósitos.

En otras partes de la novela comprobamos cómo los problemas suscitados en el aula por cuestiones derivadas de la convivencia desbordan las paredes del aula. Asuntos que se enquistan en los patios, acaban saliendo a la calle y escapando a la actuación del profesorado implicado, bien por ignorancia de lo que ocurre, o porque no conocen todos los resortes sociales que podrían servirles de ayuda.

Por otra parte, algún tipo de peleas, como las de la novela, que se dan fuera del centro,(“ya verás cuando nos veamos en la calle” “o te espero a la salida”) entre grupos de adolescentes, derivan de conflictos generados dentro del ámbito escolar y que, por tanto, habría ser los lugares apropiados en donde se habría de intentar prevenir y evitarlos.

Además, como en todas las ocasiones en que surgen problemas de adolescentes o se suscitan polémicas en las que reclaman soluciones a temas sociales, siempre éstas remiten al ámbito escolar como el lugar adecuado para su tratamiento y a los maestros y maestras para realizar las actividades de prevención y formación.

La pregunta que se plantea es de qué manera pueden actuar los equipos docentes en este tipo de situaciones, teniendo en cuenta las contradicciones que se dan entre las propuestas pedagógicas de los centros y las de las familias, en algunos casos, y entre las propuestas escolares y las propiciados por determinados modelos sociales y estereotipos que ofrecen los distintos medios de comunicación, en otros.

Para ello, como dice el director del centro en la novela, antes de empezar a trabajar en los valores que se quieren dar a conocer en los centros escolares, hay que deshacer los prejuicios y malentendidos y derribar los estereotipos que llegan al alumnado por otros lados.

A veces el cumplimiento de todos los contenidos del currículo puede convertirse en una especie de obsesión que nos impida dedicar tiempo a otros cometidos que pueden parecer secundarios, pero la convivencia escolar es un tema primordial que afecta además al desarrollo de todos los demás.

Un buen ambiente en el aula y en el centro condiciona la vida escolar en todos sus aspectos y por tanto se debe de trabajar mediante actividades de prevención y formación, primero entre los equipos docentes, dándoles las orientaciones e instrumentos precisos, y luego entre el alumnado, mediante actividades que ayuden al conocimiento mutuo y a la reflexión compartida mediante discusiones a partir de textos, películas, vídeos etc.

Y no debería ser una tarea dejada en manos exclusivas de las personas tutoras para trabajar en las horas de tutoría, sino que debería ser un objetivo común de todos los miembros de la comunidad escolar siempre que surja la ocasión o como una transversal, teniendo en cuenta que es un tema que está en todos los currículos y que afectará a los alumnos y a las alumnas, no sólo durante su estancia en el aula y en el centro, sino más allá de los muros del patio escolar, a lo largo de toda su vida.

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